La Repúbblica
FEDERICO RAMPINI, la Repubblica
NUEVA YORK. La sacerdotisa de la antiglobalización se reúne con el Papa Francisco: nasce uma santa alianza en nombre de la salvación del planeta.
Naomi Klein foi invitada al Vaticano los días 2 e 3 de julio para hablar en una conferencia internacional que el Pontifício Consejo Justicia y Paz dedicará a la encíclica Laudato si’.
Klein, canadiense, autora de No Logo, La Doctrina del Shock e Una rivoluzione ci salverà [Una revolución nos salvará] (Ed. Rizzoli), es una de las pensadoras mais influyentes de los movimientos ambientalistas, del tercer mundo, de desafío al liberalismo. Sus ideas atrayeron a lo largo del tiempo o Occupy Wall Street, a los indignados y a Podemos. La entrevistamos mientras está pronta para partir para Italia: feliz con la oportunidad, entusiasta de la encíclica.
¿ Qué te gusta del documento papal sobre los cambios climáticos?
Es una verdadera transformación, una ruptura histórica, con implicaciones importantes: tanto políticas como económicas. El Papa Francisco heca una lectura radical de la emergencia ambiental, en el sentido literal de la palabra: va a las raíces de la crisis. Él decidió llamar por el nombre al motor desencadenante: el modelo económico, un capitalismo basado en el lucro a corto plazo. Es una encíclica para estudiarla y digerirla bien. Vivimos en una cultura que quiere simplificar todo. El modelo son las famosas “listicles” de Buzzfeed. La tentación es la de resumir: las 10 cosas que el papa dice sobre el ambiente. No, el papa abraza la complejidad, y sus mensajes son complejos.
Su libro más reciente, Una revolución nos salvará, es considerado el más optimista de su trilogia. Por lo tanto, ¿es posible salvarse y salvar el planeta?
Parti de donde había quedado en mi libro anterior, La Doctrina del Shock, esto es, del hecho de que este sistema económico – basado en la dictadura del lucro individual – usa las crisis para enriquecer todavía más a las elites. Los cambios climáticos no son una excepción. El huracán Katrina y aquello que, desde entonces, pasó en Nueva Orleans son una manifestación de esto: un sistema económico brutal explotó el desastre para promover todavía más las privatizaciones, un agravamiento de las desigualdades. Es el escenario que nos muestran las películas hollywoodianas de mayor éxito popular, de Mad Max a Juegos Voraces: un futuro de violencia, brutalidad, desigualdades cada vez más feroces. El desafio es imaginar como podemos cambiar este futuro. Este es el tema de mi último libro. No soy optimista en el sentido ingenuo. No asumo como obvio que el escenario mejor va a pasar. Me conecto justamente al espíritu de la encíclica papal, que aborda a los valores culturales y morales dominantes. Nuestro sistema de valores actual no nos prepara para cooperar entre nosotros para la salvación colectiva.
Sos severa contra dos de las recetas adoptadas en el pasado para enfrentar los cambios climáticos: las megacúpulas internacionales de Kyoto en adelante; y los sistemas de regulación de las emisiones a través de un mercado, el llamado “cap and trade”, o sea, el intercambio de cotas de emisión.
El límite de las megacúpulas es el mismo límite de los gobiernos. Si ellos no tienen la fuerza de tomar ciertas decisiones a nivel nacional, ¿por qué deberiam comportarse de forma diferente sólo porque se reúnen juntos en una cúpula? Las elites todavía están inmersas en la ideologia neoliberal, no tienen la fuerza para oponerse a las multinacionales de la economia de carbono. Mira el ejemplo de Barack Obama, que hace bellos discursos sobre el ambiente, pero, después, le da a Shell el permiso de perforar en el Ártico, porque decirle no seria muy difícil. Sobre el sistema “cap and trade”, él también es un síntoma de la falta de voluntad de reglamentar a las empresas. Se creo un mercado de las emisiones de carbono que genera nuevas oportunidades de ganancias y también muchos fraudes, en vez de establecer simplemente limitaciones por ley. Este sistema fue impuesto por los Estados Unidos a una Europa recalcitrante. Los europeus capitularon en los tiempos de las negociaciones sobre el Protocolo de Kyoto (en Alemania, Merkel era ministra del Medio Ambiente en aquella época), con el fin de obtener que los Estados Unidos firmaran aquel tratado. Y después los norteamericanos tampoco lo firmaron.
Vos indicas que las novedades más positivas emergieron a nivel local.
Si, la movilización de los ciudadanos a partir de abajo, en algunos casos, forzó a los políticos a decirle “no” a los intereses del capitalismo de carbono. Un ejemplo reciente de Nova York: el gobernador Andrew Cuomo quizo autorizar la extracción de gas y petróleo con la tecnologia del fracking, pero los movimientos contrarios lo obligaron a prohíbir a esta técnica peligrosa y perjudicial. Otro ejemplo interesante es el fuerte movimento antinuclear en Alemania, que, después de la tragedia de Fukushima, forzo al gobierno Merkel a acelerar la transición hacía las energias renovables: hoje, ellas ya proporcionan a 30% de la demanda alemana.
Uno de los temas levantados por el Papa Francisco en Laudato si’ es la necesidad de repensar nuestras democracias, junto con los valores éticos que guian nuestras elecciones cotidianas: como consumidores y como ciudadanos.
Si, el tema de la democracia es central. Un ejemplo de atentado a la democracia: una multinacional sueca apelo contra Alemania, acusandola de violar sus derechos, cuando Berlin decidió abandonar la energia nuclear. Las democracias nacionales, incluso aquellas que funcionan mejor, pueden ser amenazadas por los nuevos tratados de libre comercio con las cláusulas a favor de las grandes empresas. Una de las cualidades de esta encíclica papal es su abordaje holístico, que une ambiente, economia, política. Son dimensiones inseparables. Mientras, al contrario, cuando hay una crisis económica, ella es enfrentada por compartimientos estancos. FIjate la crisis de la zona del euro: los cortes en los presupuestos públicos se tornaron el pretexto para reducir el apoyo a las energias renovables, relanzar las perfuraciones marítimas, penalizar los transportes públicos, aumentando sus tarifas. Cuando hablamos de los daños causados por la euroausteridad, regularmente nos olvidamos de esto: el daño al ambiente.