La historia de que hacemos alimentos para 400 millones de personas…

Nacho aclara:


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Aquella historia de que hacemos alimentos para 400 millones de personas…No, hacemos ración para los chanchos chinos! y no, no se trata de meter megafactorias de cerdos en la Argentina, se trata de otra cosa!

Nuestro pasado que vuelve…

Diana Maffía y una historia negada:


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Y, tal vez, leer un poco más:


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Se refiere a este libro

Un libro que aborda un tema olvidado: la presencia africana y la esclavitud en el Río de La Plata

Una historia de la emancipación negra, de la historiadora del CONICET Magdalena Candioti, acaba de editarse por Siglo XXI.

Conicet


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¿Algún cafe bueno bonito y barato por Puan?

Leyla Becha tiene que andar por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y Quiere saber:


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Para una guía Twittera y Caótica de Buenos Aires y Alrededores

Las entregas de Mercado Libre

Sebastián Lacunza se enoja!


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Comentarios que están en el pdf y que yo destaco!! «X», ex-Twitter, te muestra los comentarios en el orden que su algoritmo quiere! Hay muchos mileistas comentando que están enamorados de ML, no es mi caso, y aparecen en la parte superior de las respuestas .


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Ser Revolucionario

Ser revolucionario hoy es ser capaz de tener el pensamiento abierto a los nuevos modelos, estar perceptivo a las nuevas demandas y a las respuestas que se elaboran por todas partes.
Porque el mundo es un hervidero de luchas complejas y sólo debemos aceptarlas, reordenarlas y saber cuándo aplicarlas en el escenario en que nos movemos. Y en este sentido es preciso reconocer que es una época fascinante.
El común de la izquierda lamentablemente tiene ante lo nuevo un primer gesto de rechazo, de cerrazón intelectual… No podemos ni debemos permanecer atados al pasado, a los viejos modelos que han fracasado o engendraron situaciones autoritarias que enajenaron el presente en nombre de lo por venir.
Otro tema que caracteriza la actitud revolucionaria hoy es a mí entender el de la responsabilidad personal. Quien quiere cambiar la Sociedad debe estar dispuesto en primera instancia a cambiarse a sí mismo y ello implica hacerse responsable de los propios actos no importa lo pequeño que parezcan y seguir un camino con corazón.
Porque reivindicamos la escala de lo humano rechazamos abrazar lo macro para abjurar de lo pequeño. Ese paradigma del desarrollo y la idea del Progreso que entrañaba nos condujeron al camino terrible del cambio climático, de la contaminación generalizada, del gigantismo urbano y de la sexta extinción.
Hoy ser revolucionario es reconocer que existen tres Ecologías, la espiritual, la social y la ambiental. Quien no acepta que la Tierra es la casa del Hombre no asume en toda su plenitud y posibilidades su propia humanidad y se resigna a las reivindicaciones comunes. Ellas pueden ser justas, pero la lucha contra la iniquidad y la opresión del hombre por el hombre no bastan hoy para justificar los sueños por un mundo mejor y comprender los genocidios con que se los reprimió.
No es por obtener el desarrollo económico que tantos héroes sociales dieron su vida sino por un sueño más grande que debemos aprender a descifrar. Hacerlo es la tarea de un revolucionario.

Jorge Eduardo Rulli

6 De Mayo De 2024. A Un Año De La Partida Física Del Maestro Y Compañero

Una Reflexión Necesaria

En principio, un agradecimiento a todos los amigos de Trinchera, a quienes nos siguen y a quienes se referencian en algunas de las cosas que expresamos. Consideramos que se hace necesario algunas reflexiones sobre lo que somos o sobre lo que pretendemos ser, y sobre lo que esperamos y deseamos de nuestros amigos.
Trinchera es un espacio de información y de pensamiento político, pero deberíamos recordar que, ese pensamiento político que tratamos de desarrollar, es un pensamiento militante que tiene propósitos cercanos y se guía por vectores de acción estratégica. Es por ello que la información que proporcionamos, es siempre altamente significativa para esos propósitos que nos guían.
No somos, entonces, un portal de prensa; sino un espacio de formación política. Desde ya que actuamos en situaciones extremadamente difíciles y hostiles, en que cada esfuerzo que realizamos va destinado a un propósito determinado.
Nos esforzamos en la formación de la conciencia nacional y dada la acción canalla y desvirtuadora de la izquierda cipaya, nos preocupa recuperar, asimismo, la conciencia de clase de los trabajadores; hoy totalmente anulada por las prácticas de asistencialismo y de servidumbre. Con diez mil comedores y diez millones de asistencializados, la situación difícilmente pueda ser más compleja y ardua de confrontar. Por eso mismo, es que no podemos perder esfuerzos, ni tiempo, ni palabras.
Nuestra lucha es en el campo de las epistemes, donde la idea de lo nacional se ha perdido tanto como el discernimiento entre lo que es fundamental y lo que resulta accesorio. Es por ello que nos preguntamos cuál es la verdadera razón que nos conduce a debatir sobre la hidrovía, o acaso sobre la reforma agraria. Sobre el rol de la Corte Suprema o el ardid de que, cada vez que uno critica al oficialismo, se nos empuja a sobreentender que la opción sería el macrismo. No es que se estén burlando, han comprado su propio discurso y ya han devenido simuladores profesionales; expertos en el arte del doble discurso y que tal, como les aconsejaba Horacio González, se han hecho expertos en la disputa por el contenido de los conceptos…
Por eso decimos que la lucha se da en el universo de las epistemes. Han repetido tanto aquello de Verdad, Memoria y Justicia que han logrado que vivamos en la mentira, en la desmemoria y en la inequidad.
Para ellos, la política es un arte de malabares, o sea de engaños. Nos dicen que llueve y nos están meando, dicen alimentar a la gente y les dan soja transgénica y comida chatarra, dicen hacer política y en verdad, están haciendo negocios. Han logrado desmembrar al pueblo argentino y lo han fragmentado hasta convertirlo en una masa manipulable. Nos han quitado la dignidad y los sueños que tuvimos. no sólo la cultura del trabajo.
En algunos casos, nos proponen ahora proyectos de recuperación, tanto en lo cooperativo como en lo rural; más debemos comprender que intentan reconstruir -a su imagen y semejanza- sobre la tierra arrasada que ellos llevaron a cabo.
Era necesario acabar con el peronismo, tanto como con el movimiento obrero organizado. Querían imponer el liderazgo de sectores medios progresistas y lo han logrado. El costo ha sido catastrófico y la lucha no ha terminado, porque quedamos algunos capaces, todavía, de recordar que son advenedizos y que se basan en la mentira y el doble discurso. Están esperando que nos muramos para tergiversar definitiva y oficialmente la historia de este país, por cuya liberación tantísimos dieron su vida. No tenemos mucho tiempo y nuestras fuerzas son escasas. Por eso pedimos a los amigos de Trinchera valorar lo que hacemos, colocar
Me gusta, replicar las cosas que publicamos; porque ahora, en medio de la pandemia, es importante que abramos paso a las redes de rebeldía digital.
Ellos son la contrainsurgencia, y lo son, aunque profresen el leninismo. Son aquello que enseñaron los coroneles franceses que llegaron al país en 1959, poco antes del Plan Conintes y que, durante varios decenios reeducaron al ejército argentino en las prácticas contrarevolucionarias, aprendidas en Indochina y en Argelia, desde el quinto piso del edificio Libertador. Esa inteligencia militar nunca dejó de operar, y aún lo sigue haciendo. En el año 1983, cuando volvió la Democracia, cada político importante se reportaba a un oficial de inteligencia, o lo hacía acaso alguno de sus allegados.
El desguace menemista del ejército, desbarató toda posibilidad en la defensa nacional de nuestro país. Sin embargo, paradójicamente, se fortalecieron los organismos de la inteligencia y de la contrainsurgencia. Da prueba de ello el General Milani, quien con Cristina llegó desde los servicios de informaciones a la jefatura del ejército. Nunca había ocurrido algo semejante, pero entonces se justificaba, porque el sistema mundo se había globalizado y, tanto derechas como izquierdas, defendían las mismas políticas de Estado.
La lucha política devenía en los meros juegos del poder, y ahora ocurre lo mismo con las luchas sociales, cuando vemos que muchos de los que cortan calles son funcionarios. Cuando centenares, otrora subversivos, hoy son dirigentes en los diversos ministerios, y deciden las políticas sociales, educacionales y económicas.
La superestructura de poder que han montado, resulta impresionante; tanto como el desarme moral de nuestro pueblo y de nuestra militancia política. Sin embargo, siguen siendo enormemente vulnerables; en la medida que nos plantemos ante ellos con la verdad, con la conducta y en actitud de servicio. Más de una vez hemos demostrado esa vulnerabilidad, a veces, con una pintada en un muro que se viraliza; otras, con un video en que se vuelva a recoger el legado de los dicursos. Ellos no son más que la vidriera irrespetuosa del cambalache discepoliano, y nos han convertido en una ciénaga moral porque se lo permitimos, y porque entregamos nuestro espíritu. Basta con que nos pongamos de pie y ejerzamos el derecho a la palabra indignada y al amor activo por los nuestros; que procuremos la autonomía en las decisiones grupales, y que seamos capaces de autoabastecernos, para que no se nos chantajee con el hambre.
Ellos son muchos y tienen todo el poder, pero ese poder disminuye día a día y las estanterías de simulaciones y medias verdades que han construido, se les caen a pedazos.
Nosotros somos pocos, pero cada vez somos más, y tenemos la alegría de luchar por nuestra patria y nuestro pueblo. // JORGE EDUARDO RULLI.
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Grupo de Reflexión Rural