Algunos segmentos del artículo Eliane Brum :
«En este momento, sin embargo, llama la atención como a izquierda ligada a Lula y a parte del PT ha actuado para embargar la memoria. Caminan en este sentido los ataques a aquellos que buscan reflecccionar sobre los 13 años del PT en el poder, asociado intimamente al PMDB a partir del segundo mandato de Lula, y el papel desempeñado por el partido, por Lula y por Dilma Rousseff en la actual situación de Brasil.
Ningún proyecto de izquierda o de centro-izquierda para el país tiene sentido si, para mantenerse, necesita borrar capítulos de la historia. Por todas las razones y porque no se puede construir un proyecto responsable de país sin la comprensión de dónde se equivocó, así como la consecuente responsabilización por lo que fue causado por los errores. Es posible considerar la hipótesis de que, si tantos no se hubiesen silenciado luego de la primera denuncia del mensalão [la compra de diputados por parte del PT durante el primer gobierno Lula] y postergado la crítica y la autocrítica para un día que nunca llega, los rumbos podrían haber sido diferentes también para Lula, Dilma Rousseff y el PT.
La piedra que traba la operación de borrado en las biografias de Lula, de Dilma y del PT se llama Belo Monte, una de las mayores obras del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) [Un programa federal de la época de los gobiernos Lula-Dilma de grandes obras de infraestructuras]. No es una piedra, sino miles de toneladas de acero y cemento en el rio Xingu, en Pará, bajo las cuales levantan la sospecha de coimaducto en las investigaciones de la Lava Jato. La forma como la usina salió del papel, después de décadas de resistencia de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales de la región, es claramente sospechosa desde por lo menos su subasta, en 2010.
Pero, en este área, la de la Lava Jato, siempre se puede negar y alegar inocencia para la opinión pública. La forma y la rapidez con que el proceso de Lula fue conducido en la Justicia, en el caso del tríplex de Guarujá, la fragilidad de las pruebas y el comportamiento poco convencional de jueces de ambas instancias, que opinaron antes de juzgar, conducen a dudas razonables sobre la legitimidad de las sentencias, enturbiando aún más el paisaje ya bastante nebuloso del Brasil actual.
En Belo Monte, sin embargo, las violaciones al medio ambiente y a los derechos humanos, promovidas durante os gobiernos del PT, son literalmente visibles. Y bastante difíciles de explicar cuando un político y un partido afirmam defender al pueblo – y afirman ser perseguidos por defender al pueblo.
¿Cómo explicar que miles de familias fueron expulsadas de sus casas, tierras e islas o “removidas forzadamente”, sin ninguna asistencia jurídica, muchas de ellas firmando con el dedo papeles que eran incapaces de leer? ¿Cómo explicar que las huelgas de obreros de la usina, así como las manifestaciones contra Belo Monte promovidas por indígenas, rebereños, pescadores, agricultores y habitantes urbanos de Altamira fueron reprimidas por la Fuerza Nacional [que depende del gobierno federal] en el período en que el Partido de los Trabajadores estaba en el poder?
¿Cómo explicar que el PT permitió, cuando no apoyó, que la obligatoriedad de la protección de los pueblos indígenas durante la construcción de la usina, así como de las acciones de mitigación de sus efectos sobre el rio y la selva, se desvirtuase en un flujo de mercaderias? ¿Que las aldeas indígenas, incluso las de reciente contacto, recibiesen de TV y colchón a azúcar y gaseosas, produciendo lo que fue caracterizado formalmente por el Ministerio Público Federal como “etnocidio” (muerte cultural), sin contar un aumento de más de 100% en la desnutrición de niños/as indígenas entre 2010 y 2012?
¿Cómo explicar que la violencia urbana se disparó, en gran parte por causa del proceso de Belo Monte, y Altamira se tornó el municipio con más de 100 mil habitantes más violento de Brasil, según el Atlas de la Violencia de 2017, producido por el Instituto Económico de Investigación Aplicada (IPEA) y por el Foro Nacional de Seguridad Pública? ¿Cómo explicar que los barrios construídos para albergar a las familias expulsadas de sus casas no cumplen los requisitos mínimos determinados durante el licenciamiento de la usina y hoy se tornaron los nuevos territorios de violencia de Altamira, con casas que ya exhiben rajaduras y se deterioran de forma acelerada?
¿Cómo explicar?
No es de hoy que Belo Monte es una cantera entera en el camino del discurso de Lula, Dilma Rousseff y del PT. Pero parte significativa de la izquierda, que históricamente lidera la lucha por los derechos humanos en Brasil, se calló frente de lo que sucedía – y sucede – en el Xingu por la imposición de Belo Monte. En vez de enfrentarse a las contradicciones, preferió silenciarse frente a ellas, silenciandolas. ¿Cómo se llama esto desde el punto de vista de la ética?»
«Aún así, Belo Monte es vendida hoy como un “hecho consumado”. Con frecuencia, mencionar a Belo Monte en espacios de la izquierda ligada a Lula y al PT significa oír: “Pero todavía este assunto? Belo Monte ya fue”. El tema es: hecho consumado ¿para quién?
Seguro que no para los afectados. En este momento, Belo Monte se tornó una cantera aún mayor. Será interesante observar cuánto más ella tendrá que aumentar todavía de tamaño para que aquello que sucedió – y sucede – en el Xingu sea finalmente visto en toda su proporción y significados.
En este momento, Belo Monte se tornó una cantera mayor también en el camino del discurso de Lula, porque es cada vez más visible que la gigantesca obra del PAC produjo un contingente de pobres urbanos. El período en que el PT ocupó el poder fue decisivo para una gran parte de brasileños, que ya estaban en las periferias, mejoraron su calidad de vida. Es un hecho. En el Xingu, sin embargo, y en otras regiones amazónicas, lo que pasó fue un proceso de conversión de pueblos tradicionales en pobres urbanos. Este también es un hecho, que he documentado desde el inicio del proceso.
Así como un hecho sustenta al discurso de Lula, Dilma y del PT, este otro hecho coloca a este mismo discurso en jaque: ¿cómo “el salvador de los pobres” produjo pobres? [Así es como es llamado Lula por algunos de sus seguidores]
Por lo menos 378 familias de rebereños del Xingu reivindican hoy la creación de un territorio colectivo para que puedan recuperar su modo de vida destruído por Belo Monte. La mayoria de estas familias vive en situación de pobreza, algunas de ellas en situación de extrema pobreza. A comienzos de febrero, el Consejo Ribereño, que reúne a los representantes de cada región del Xingu donde hubo desplazamiento de personas, estuvo en Brasilia para exigir la creación del territorio y ya presentaron un mapa con la propuesta.
El Consejo Ribereño es apoyado y asesorado en la reivindicación por organizaciones como Xingu Vivo Para Siempre y el Instituto Socioambiental (ISA), por la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), por el Ministerio Público Federal (MPF), por la Defensoria Pública de la Unión (DPU) y por el Consejo Nacional de Derechos Humanos, entre otros apoyos. Dos de los más renombrados antropólogos del país, Manuela Carneiro da Cunha y Mauro de Almeida, demostraron tanto la legitimidad como la urgencia de la creación de un territorio colectivo durante el seminario en la Universidad de Brasilia, el 6 de febrero, del que también participaron la presidente del IBAMA [Instituto Federal de protección del medio ambiente], Suely Araújo, y representantes de la Secretaria del Patrimonio de la Unión y de la Casa Civil.
Norte Energia, empresa concesionaria de Belo Monte, invitó al antropólogo José Augusto Laranjeiras Sampaio para analizar el tema, y él fue enfático al defender los derechos de los ribereños a su modo de vida. Gobierno y Norte Energia se comprometieron a estudiar la propuesta y discutir una primera evaluación de las áreas en marzo. La empresa se comprometió también a ampliarle a todas las familias reconocidas por el Consejo Ribereño un valor mensual de cerca de 900 reales [unos u$s 300] para garantizarles un sustento mínimo mientras no haya una solución definitiva.
El impasse es como este proceso va a desarrollarse con un consorcio que violó sistematicamente los derechos humanos y ambientales alconstruir y operar la usina y un gobierno del (P)MDB [el actual gobierno de Michel Temer] que es parte integrante de la arquitectura política y económica – y, se sospecha, de coimas – que hizo viable la implantación de Belo Monte. Hay temores de que la creciente tensión en la región sólo esté siendo contenida para no generar malas noticias en un año electoral y para no aumentar aún más el pasivo social, ambiental y jurídico de una usina cuya posible venta llegó a ser anunciada por la prensa, información que es negada por los socios.»
«Para los ribereños, sin embargo, el ritmo del hambre no es el de la burocracia. Y la desesperación aumenta cada día. “Quiero el territorio para ser”, afirmó la ribereña Rita Cavalcante en Brasília, con el lenguaje de amplitud que caracteriza a esta población tradicional. Ella señala así la diferencia entre tierra y territorio, la tierra conectada al concepto de mercadería, el territorio como identidad, como cuerpo, como fue señalado por los antropólogos. Señala también la diferencia entre reasentamiento y reterritorialización, como fue evidenciado por la fiscal de la República en Altamira, Thais Santi.
Los ribereños son una cantera tanto en el camino de la derecha como en el de la izquierda ligada a Lula porque encarnan un modo de vida que se contrapone a “todo lo que está ahí”. No es que ellos pregonan o defienden. Es de otro orden: ellos encarnan, viven. Una de las poblaciones menos comprendidas del país, lo que se llama hoy de “ribereños” o “beiradeiros” [que viven en las orillas, orilleros], palabra que personalmente prefiero, surgió en los rios amazônicos con la explotación del látex para la producción de caucho.
La mayoria de los actuales ribereños deciende de nordestinos pobres que fueron cargados hacía la Amazonia a fines del siglo 19 para tornarse seringueros y/o soldados del látex en la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Siempre que la producción del caucho dejó de ser interesante para el mercado, por una razón u otra, fueron abandonados en la selva. Ahí muchos formaron familias con mujeres indígenas, parte de ellas robadas de las aldeas, y crearon un modo de vida distinto. A veces en una orilla del rio, a veces en otra.
Cuando la ocupacion ilegal por parte de los poderosos avanzó sobre la selva, muchos migraron hacía las islas de los rios amazónicos, el último reducto. Pescan, cazan, plantan una huerta de subsistencia, hacen harina, rompen castañas, recolectan açaí, si hay interés vuelven a explotar al látex, a veces buscan oro en los ríos, algunos crian cerdos o gallinas, las actividades varian con la época del año y también con las demandas del mercado.
Viven totalmente de acuerdo con la selva y con el rio. He recolectado definiciones de pobreza y de riqueza de los ribereños a lo largo de los últimos años. En síntesis. “Ser rico es no necesitar de dinero” y “Ser pobre es no tener elección”. Y la elección, en este caso, es bastante amplia, desde qué comer y cuándo trabajar hasta la libertad de moverse por el rio, pescando un momento en un lugar otro en otro y pudiendo hacer su casa donde quisiesen. Este modo de vida ha sido bloqueado por las presiones económicas sobre la selva. Y, en el Xingu, se agudizó con Belo Monte, la catástrofe que literalmente bloqueó al rio y a la libertad de ir y venir.»
«La libertad se entrañó en los ribereños que ya nacieron en la selva, pero cargan en el cuerpo una memoria transmitida oralmente que cuenta de siglos de yugo. Es común, al definirse como grupo identitario, afirmar con orgullo: “Nunca nadie mandó en mi”. O: “Nunca tuve empleo”. Trabajan mucho, pero en sus propios términos.
Es fundamental darse cuenta como este modo de vivir es revolucionario en si, en la medida em que se contrapone a una visión del mundo dominante, para muchos la única. Y como este ser/estar en el mundo no cabe en un partido y en un líder que sólo consigue ver la vida en los términos del capital y trabajo.
Para parte de la izquierda, bastaria un empleo y una vivienda en un conjunto habitacional estandarizado, que estaria todo bien. Pero, para los ribereños, nada de esto tiene sentido. Y, para la derecha, gente que no quiere tener ni empleo ni patrón, pero tampoco se presenta en los moldes del emprendedorismo, es peligrosísima.
Sin caber en ninguna caja, los ribereños, así como otros pueblos tradicionales, han pagado un precio alto. Al reivindicar un territorio colectivo en Brasília como la reparación de lo irreparable, la destrucción que Belo Monte causó en sus vidas, ellos provocan un movimiento gigante. Eran pobres, en la medida en que la mayoria de sus ascendientes eran nordestinos huyendo de la sequía; crearon una vida diferente en la selva después que los patrones se fueron; y hoy se recusan a volver a ser pobres urbanos.
En resumen: hicieron una revolución entera no contra, sino en las orillas del rio y al margen del Estado. ¿Cómo el Estado y los campos políticos van a lidiar con ellos cuando no sea más posible silenciarlos?
Incluso como grupo identitario, los ribereños encarnan un desafio, en la medida en que su identidad es justamente ser entre mundos. Muchos son indígenas pero también son otra cosa. Son agricultores y no lo son al mismo tiempo. Son esto y también aquello. Son múltiples. Esta identidad caleidoscópica y también mutante es extremadamente original. Y, como ninguna otra, responde a los desafios de un mundo aterrorizado por el cambio climático.
Toda esta originalidad creativa y creadora es negada, cuando no destruída, tanto por la derecha como por parte de la izquierda. Como ella coloca en evidencia contradicciones estructurales y señala las fisuras en los discursos y en la producción de mitologia política, los polos se despolarizan para impedir que la represa sea rota. Pero, si Belo Monte aún se yergue en el Xingu, esta otra represa ya se rompió.
Cualquier obstáculo a la producción de memoria sobre la vida vivida es, ya en su meollo, autoritario. No es posible afirmar la defensa de la democracia y, al mismo tiempo, defender la suspensión temporaria de la memoria. No hay postergación posible para reflexionar sobre los 13 años del PT en el poder sin tropezar en el límite de la ética, este sí infranqueable. ¿Cómo decirle al ribereño que tuvo su casa y su isla incendiada o ahogada y hoy vive con menos de dos reales [0,66 u$s] por dia en la periferia urbana de la ciudad más violenta del país que su historia, su dolor y su vida no importan, que no hay lugar en la história, que no es hora?»
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