Robert Louis Stevenson: Carta abierta al reverendo Dr. Hyde de Honolulu

Creo que la carta no está completamente traducida, hay una parte de las cartas traducidas aquí, voy colocándolas y a continuación lo que está en inglés sin traducir.
Juan Sasturain explica de qué se trata esta carta abierta.

Acá está la carta en inglés

Sydney, 25 de febrero de 1890.

Señor: Puede que usted recuerde habernos encontrado y visitado, conversado; de mi parte, con interés. Usted puede recordar que me hizo varias cortesías, por las que yo estaba dispuesto a la gratitud. Pero existen deberes que vienen antes de la gratitud, y ofensas que apartan justamente a los amigos, más aún a los conocidos. Su carta al reverendo H. B. Gage es un documento que, a mi vista, así me hubiera usted llenado de pan cuando estaba hambriento, hubiera atendido usted a mi padre cuando él yaciera moribundo, aún así me habría absuelto de los lazos de la gratitud. […]


« You know enough, doubtless, of the process of canonisation to be aware that, a hundred years after the death of Damien, there will appear a man charged with the painful
office of the DEVIL’S ADVOCATE. After that noble brother of mine,
and of all frail clay, shall have lain a century at rest, one shall
accuse, one defend him. The circumstance is unusual that the
devil’s advocate should be a volunteer, should be a member of a
sect immediately rival, and should make haste to take upon himself
his ugly office ere the bones are cold; unusual, and of a taste
which I shall leave my readers free to qualify; unusual, and to me
inspiring. If I have at all learned the trade of using words to
convey truth and to arouse emotion, you have at last furnished me
with a subject. For it is in the interest of all mankind, and the
cause of public decency in every quarter of the world, not only
that Damien should be righted, but that you and your letter should
be displayed at length, in their true colours, to the public eye.»


Debo empezar por citarlo en extenso: luego procederé a criticar su declaración desde varios puntos de vista, divinos y humanos, en el curso de los cuales trataré de delinear otra vez, y con mayor especificación, el carácter del santo muerto a quien usted se complació en vilipendiar: una vez hecho eso, le diré a usted adiós para siempre.

Sydney, 25 de febrero de 1890.

Honolulu, 2 de agosto de 1889.

Reverendo H. B. GAGE.

Querido hermano. En respuesta a sus indagaciones sobre el padre Damián, sólo puedo contestar que nosotros que lo conocimos estamos sorprendidos con las extravagantes alabanzas del periódico, como si fuera un muy santificado filántropo. La simple verdad es que era un vulgar hombre sucio, testarudo y fanatizado. No fue enviado a Molokai, sino que fue ahí sin órdenes; no permaneció en el asentamiento de los leprosos (hasta que se volvió uno él mismo), sino circulaba libremente por toda la isla (menos de la mitad de la isla está dedicada a los leprosos), y venía a Honolulu a menudo. No tomó parte en las reformas y mejoras realizadas, que fueron trabajos de nuestra Junta de Salud, como lo requería la ocasión y los medios provistos. No era un hombre puro en sus relaciones con las mujeres, y la lepra que lo mató debe atribuirse a sus vicios y descuidos. Otros han hecho bastante por los leprosos, nuestros propios ministros, los médicos del gobierno, pero nunca con la idea católica de merecer la vida eterna. Suyo, etc., C. M. Hyde.


Del Presbiteriano de Sydney,
26 de octubre de 1889.

Para tratar en forma adecuada una carta tan extraordinaria, debo hacer uso de mi conocimiento privado del firmante y de su secta. […]


. It may offend others; scarcely you, who have been so busy to collect,
so bold to publish, gossip on your rivals. And this is perhaps the
moment when I may best explain to you the character of what you are
to read:


Yo lo concibo a usted como un hombre más allá y por debajo de las reticencias de la civilidad: con la vara que usted mida, con ésa será medido a su vez; con usted, por fin, me regocijo al sentir el seguro del florete y arrojarme gustoso. Y si en todo lo que voy a decir ofendiese a otros, sus colegas, a quienes respeto y recuerdo con afecto, sólo puedo ofrecerles mi pena; no soy libre, estoy inspirado por una consideración de intereses mucho más vasta; y tanto dolor como cualquier cosa mía pueda infligir debe ser ciertamente trivial comparado al dolor con que leyeron su carta. No es el verdugo, sino el criminal, quien trae deshonra a la casa.

Usted pertenece, señor, a una secta (mi secta, creo yo, y ésa en la que se afanaron mis antepasados) que ha disfrutado, y fracasado parcialmente, al emplear una ventaja excepcional en las islas de Hawaii. […]


The first missionaries came; they found the land already self-purged of
its old and bloody faith; they were embraced, almost on their
arrival, with enthusiasm; what troubles they supported came far
more from whites than from Hawaiins; and to these last they stood
(in a rough figure) in the shoes of God.


Este no es lugar para ahondar en el grado o en las causas de su fracaso, tal como es. Sólo un elemento es pertinente, y debe tratarse aquí con franqueza. En el curso de su llamado evangélico, ellos (o muchos de ellos) se enriquecieron. Puede que sea noticia para usted que las casas de los misioneros son motivo de burla en las calles de Honolulu. Será noticia al menos para usted, que al devolverle su civil visita, el chofer de mi carro comentó sobre el tamaño, el gusto, y el confort de su casa en la calle Beretania. […]


Hay algo que no coincide con la versión que está en inglés

This is not the place to enter into the degree or causes of their failure, such as it is.
One element alone is pertinent, and must here be plainly dealt
with. In the course of their evangelical calling, they – or too
many of them – grew rich. It may be news to you that the houses of
missionaries are a cause of mocking on the streets of Honolulu. It
will at least be news to you, that when I returned your civil
visit, the driver of my cab commented on the size, the taste, and
the comfort of your home. It would have been news certainly to
myself, had any one told me that afternoon that I should live to
drag such a matter into print. But you see, sir, how you degrade
better men to your own level; and it is needful that those who are
to judge betwixt you and me, betwixt Damien and the devil’s
advocate, should understated your letter to have been penned in a
house which could raise, and that very justly, the envy and the
comments of the passers-by. I think (to employ a phrase of yours
which I admire) it «should be attributed» to you that you have
never visited the scene of Damien’s life and death. If you had,
and had recalled it, and looked about your pleasant rooms, even
your pen perhaps would have been stayed.


Su secta (y recuerde, tanto como cualquier secta lo permite, es la mía) no ha hecho el mal en el reino de Hawaii en un sentido mundano. Cuando cayó la calamidad sobre sus inocentes parroquianos, cuando la lepra bajó y se enraizó en las ocho islas, se tuvo que buscar un QUID PRO QUO. Para esa misión próspera, y para usted como uno de sus ornamentos, Dios había enviado por fin una oportunidad. Sé que aquí toco un nervio sensible en forma aguda. Sé que otros colegas suyos voltean a ver la inercia de su iglesia, y el decisivo heroísmo intruso de Damián, con algo que casi se llamaría remordimiento. Estoy seguro que así sucede con usted; estoy persuadido de que su carta fue inspirada por una cierta envidia, no esencialmente innoble, y el rasgo humano que debe observarse en esa actuación. Usted estaba pensando en la oportunidad perdida, el día ido; aquello que debió haber sido concebido y no lo fue; el servicio debido y no rendido. TIEMPO FUE, dijo la voz a su oído en su agradable salón, cuando estaba usted sentado, escribiendo y rabiando; y si las palabras escritas eran de bajeza sin paralelo, la rabia, me hace feliz repetirlo (es el único elogio que le haré), la rabia era casi virtuosa. Pero, señor, cuando hemos fallado y otro ha triunfado; cuando nos hemos quedado por ahí, y otro ha irrumpido; cuando nos sentamos y nos hacemos voluminosos en nuestras encantadoras mansiones, y un simple campesino tosco penetra en la batalla, bajo los ojos de Dios, y socorre al afligido y consuela al moribundo, y es afectado él mismo a su vez, y muere en el campo del honor; no se puede recuperar la batalla como su desdichada irritación ha sugerido. Es una batalla perdida, y perdida para siempre. En su derrota le quedó a usted una cosa; algunos harapos del honor común; y de ésos se apresuró usted a desprenderse

Pienso que (para emplear una frase suya que admiro) «debe atribuirse» a usted el que usted nunca haya visitado la escena de la vida y la muerte de Damián. Si lo hubiera hecho, y la recordara, y la hubiera visto en medio de sus agradables salones, tal vez incluso su pluma se habría detenido.


Common honour; not the honour of having done anything right, but
the honour of not having done aught conspicuously foul; the honour
of the inert: that was what remained to you. We are not all
expected to be Damiens; a man may conceive his duty more narrowly,
he may love his comforts better; and none will cast a stone at him
for that. But will a gentleman of your reverend profession allow
me an example from the fields of gallantry? When two gentlemen
compete for the favour of a lady, and the one succeeds and the
other is rejected, and (as will sometimes happen) matter damaging
to the successful rival’s credit reaches the ear of the defeated,
it is held by plain men of no pretensions that his mouth is, in the
circumstance, almost necessarily closed. Your Church and Damien’s
were in Hawaii upon a rivalry to do well: to help, to edify, to set
divine examples. You having (in one huge instance) failed, and
Damien succeeded, I marvel it should not have occurred to you that
you were doomed to silence; that when you had been outstripped in
that high rivalry, and sat inglorious in the midst of your well-
being, in your pleasant room – and Damien, crowned with glories and
horrors, toiled and rotted in that pigsty of his under the cliffs
of Kalawao – you, the elect who would not, were the last man on
earth to collect and propagate gossip on the volunteer who would
and did.

I think I see you – for I try to see you in the flesh as I write
these sentences – I think I see you leap at the word pigsty, a
hyperbolical expression at the best. «He had no hand in the
reforms,» he was «a coarse, dirty man»; these were your own words;
and you may think it possible that I am come to support you with
fresh evidence. In a sense, it is even so. Damien has been too
much depicted with a conventional halo and conventional features;
so drawn by men who perhaps had not the eye to remark or the pen to
express the individual; or who perhaps were only blinded and
silenced by generous admiration, such as I partly envy for myself –
such as you, if your soul were enlightened, would envy on your
bended knees. It is the least defect of such a method of
portraiture that it makes the path easy for the devil’s advocate,
and leaves the misuse of the slanderer a considerable field of
truth. For the truth that is suppressed by friends is the readiest
weapon of the enemy. The world, in your despite, may perhaps owe
you something, if your letter be the means of substituting once for
all a credible likeness for a wax abstraction.


Si el mundo lo recuerda a usted en algo, el día en que Damián de Molokai sea nombrado santo, ello será en virtud de un trabajo: su carta al reverendo H. B. Gage.

Usted puede preguntar con qué autoridad hablo. Fue mi inclemente destino ser conocido, no de Damián, sino del Dr. Hyde. Cuando visité el lazareto, Damián se encontraba ya en su tumba de reposo. Pero la información que tengo la reuní en el lugar en conversaciones con aquellos que lo conocieron bien y por mucho tiempo.


some indeed who revered his memory; but others who had sparred and wrangled with
him, who beheld him with no halo, who perhaps regarded him with
small respect, and through whose unprepared and scarcely partial
communications the plain, human features of the man shone on me
convincingly. These gave me what knowledge I possess; and I learnt
it in that scene where it could be most completely and sensitively
understood –


Kalawao, que usted jamás ha visitado, acerca de lo que usted nunca se ha empeñado en informarse por sí mismo; porque, breve como es su carta, usted ha hallado los medios para tropezar con esa confesión. «MENOS DE LA MITAD de la isla», dice usted, «está dedicada a los leprosos».

A lo largo de todo su flanco norte, Molokai («MOLOKAI AHINA», la «gris», elevada, y más desolada isla) hunde un frente de precipicios en un mar de inusual profundidad. Esta hilera de riscos es, de este a oeste, el verdadero final y frontera de la isla. Allí sólo en un lugar se proyecta en el océano, áspera y triangular, herbosa, pedregosa, ventosa, y alzándose en medio una colina con un cráter muerto: de alguna forma el todo guarda con el risco que la sobrepasa la misma relación que una repisa con una pared. Ya con esta pista será usted capaz de destacar la estación de leprosos en un mapa; será capaz de juzgar cuánto de Molokai se halla cortado así entre la marejada y el precipicio, sea menos de la mitad, o menos de un cuarto, un quinto, o un décimo; o, digamos un vigésimo; y la próxima vez que usted se active en forma impresa estará en situación de compartir con nosotros la fuente de sus cálculos. […]


Uf, lamentáblemente no coincide muchos párrafos, lo dejo para más adelante, salvo que alguien quiera seguirlo!

Deja un comentario